No cabe duda que el tiempo en que vivimos se distingue por la velocidad con la que cambian las cosas. La cultura del "para siempre" ha perdido terreno frente a la cultura del "para ya y lo que sigue". Cambia la manera de comunicarnos y cambia la manera en que escribimos, en que hablamos y en cómo nos expresamos.
Ante la rapidez de los cambios podemos quedarnos sentados y contemplar la velocidad con la que cambian las cosas y seguir hablando de que en el pasado era mejor, que las cosas debían quedarse como eran para siempre; o podemos aceptar que nunca somos los mismos, que este tiempo exige cambios y soluciones cada vez mas rápido.
Un ejemplo de esto es la manera de producir radio, la fórmula canción-locutor-comercial, cada vez se escucha más obsoleta, y porqué esperar a escuchar nuestro programa favorito cuando lo puedo descargar de la red cuantas veces queramos. Y aunque aún no esta escrita del todo una nueva fórmula, lo más probable es que para cuando la encontremos sea tiempo de cambiar nuevamente.
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