
Conforme se va acercando el final de semestre: Sube la adrenalina, aumenta el estrés, baja la paciencia, aparecen ojeras, disminuyen las horas de sueño, sube el número de gritos con los compañeros, se incrementan los gastos, se saturan las computadoras y los servidores, se descomponen los dispositivos como USB, discos duros internos y externos, tomamos más café, refresco y aspirinas, los días se vuelven más cortos pero las semanas más largas, queremos arreglar en un día lo que no arreglamos en un semestre, y siempre... siempre... esperamos que suceda un milagro al final del trayecto que nos rescate de lo que nosotros mismos no hicimos antes.
Este es el típico ambiente final de semestre, algunos esconderán las calificaciones y jamás se mencionara el tema frente a los papás, otros intentaran negociar su calificación con dinero, botellas o el chantaje sentimental con el típico "Aaaaaaandele profe que me van a quitar la beca", o el caso de "voy a terminar ahora en diciembre y si repruebo no entro a la maestría" (cómo si de verdad quisieran seguir estudiando).
Lo primordial es acabar, no importa cómo... el resultado será unas merecidas vacaciones, regalos, y sobre todo el propósito de que el próximo año y semestre no se repetirá la historia... ¿o no?